FUNES
No hubiera
podido estar en Roma nunca; de repente por un toque de la fortuna se encontraba
allí. Estaba inquieto, trató de calmarse; después de algunas horas expuesto al
frío del invierno, recordó la virgen sosteniendo en sus brazos el blanco cuerpo
de su hijo. Eso es, lo primero que haría sería contemplar la “piedad” hasta la
saciedad. Miguel Ángel le era
indiferente pues se había considerado ignorante de su obra; pensó
rápidamente que cometería con ello una injusticia histórica, además no era
“jacobino”. La “piedad” es del patrimonio cultural humano, su
tierra la ha heredado, entonces los abuelos no querrían que eso
cambie. Hay que tener piedad -se dijo-. Entonces contemplaría la “piedad”
antes de todo. ! Pero miércoles...! –Se volvió a decir -. Soy casado y a
mi mujer le encantará esa idea .Al girar en una esquina hacia el hotel, quedó como si los ojos de la
mujer que tiene sus cabellos de serpientes lo hubieran mirado. Él, que era
liberal hobbesiano no había recordado el monte sacro, allí, dice la fama, fue
el primer grito democrático, y con ese imagen Simón (perdonen la
confianza) lo había visitado. Ni siquiera se asombró, en los catálogos
turísticos no se mencionaba ni el lugar, ni menos el monumento al monte sacro
¿se había borrado de la mente de todos y ahora al parecer era un barrio más de
Roma? Tendría que investigar urgentemente, al miércoles todo, investigaría el
sitio exacto del juramento en el monte sacro.